Introducción
La idea de este trabajo es la de reflexionar acerca de la conformación del Plan de estudio de la
carrera de Ciencias de la Comunicación, y la ingerencia en dicha gestación
curricular, entendida como proyecto político
pedagógico, que tuvieron los debates producto de las exigencias políticos-sociales de las investigaciones
acerca de los fenómeno de la comunicación de masas durante los 70s en América
Latina. “El currículum no debe ser tomado como un documento que permanece en el
terreno prescriptivo o indicativo, sino que este también incluye la puesta en
marcha de un desarrollo. Su historia, las vicisitudes de su génesis, de su
elaboración constituyen una importante fuente de datos para la comprensión del
currículo” Sanjurjo y Vera (1997, p.100).
Desarrollo
Para comenzar a desarrollar nuestra reflexión es importante
contextualizar a la década de los 70 como un momento fundacional respecto del
campo de la comunicación y la cultura en América Latina. Decimos fundacional
porque es el momento en donde se comienza a gestar la autonomización del campo
de la comunicación[1]
esto se articula fuertemente con un
contexto político social que va desde el auge a la derrota de las luchas
obreras y populares en el Cono Sur. Fue en este momento también donde se
explicitaron las posiciones y las fronteras en un espacio aun más amplio del
campo intelectual y cultural (sus objetos e instituciones legítimas, sus
objetivos, etc.) en el marco de una profunda imbricación de la práctica intelectual
con el pensamiento y la practica política. Un ejemplo de esto fue el debate
entre las revistas entre las revistas “Lenguajes” y “Comunicación y
Cultura”. En este debate se van a enmarcar la problemática de la
institución del campo y la disciplina de la comunicación y la cultura.
Esto se vincula en relación con las diferentes escuelas teóricas y la elección
de tradiciones divergentes, la construcción de un objeto de estudio, el
problema del método y fundamentalmente de la inserción social de la investigación.
La revista Comunicación y Cultura fue impulsada por Armand
Mattelart y Héctor Schmucler. A modo de presentación el primero autor, es un
sociólogo de origen belga co-autor del clásico libro “Para leer al Pato
Donald”. Trabajó con gran vehemencia durante el breve gobierno de Salvador
Allende en Chile en el desarrollo de políticas de comunicación. El segundo es
un sociólogo y semiólogo argentino fundador del Seminario de Informática y
Sociedad en la carrera de Comunicación Social.
Comunicación y Cultura, se planteo como proyecto: el de trabajar
orgánicamente[2]
vinculado a los procesos de luchas sociales.
La revista Lenguajes por otro lado, impulsada por Eliseo Verón
sociólogo, antropólogo y semiólogo argentino y también por Oscar Traversa y
Oscar Steimberg ambos semiólogos. Estos tres, junto con Schmucler tuvieron un
lugar preponderante en la fundación de la carrera de comunicación social en la
UBA. Podemos
decir que Lenguajes remitió a la novedad del estructuralismo y a la
aparición de la Semiología.
Siguiendo con esto último es importante señalar el impacto que tuvo el
llamado “Estructuralismo” en América Latina, por ejemplo en Argentina en donde
se edito la revista Lenguajes estuvo mas vinculado “exclusivamente con
la academia y dentro del mundo académico el Estructuralismo no ha sido nunca
percibido como especialmente vinculado a pensamiento marxista” (Verón; 1974).
Sin embargo en Chile, lugar en donde se redactaba Comunicación y Cultura,
el Estructuralismo y la Semiología recibieron una marca diferente, afirma
Verón. Los autores locales estaban vinculados a grupos de intelectuales muy
activos políticamente en el campo de la izquierda; el desarrollo de las ideas y
metodologías del Estructuralismo estuvieron asociados a la teoría marxista.
En Argentina, “el Estructuralismo y la Semiología han inspirado trabajos teóricos y
empíricos que son relativamente marginales dentro del contexto cultural
quedando así restringido a los interesados. Luego insiste en que “tanto en la
Argentina
como en Chile los semiólogos estuvieron especialmente interesados en el estudio
de los fenómenos ideológicos.
Volviendo a las dos revistas, Lenguajes se presenta como una
revista casi institucional ya que su lema es “publicación de la
Asociación Semiótica Argentina”. Mientras que la editorial de Comunicación y Cultura
hizo su planteo desde una óptica gramsciana en tanto una publicación que sirva
como “órgano de vinculación y de expresión de las diversas experiencias que se
están gestando en los países latinoamericanos en el campo de la comunicación
masiva”.
Lenguajes sin embargo, plantea una doble necesidad: la de
insertarse en la lucha política y la de producir conocimiento científico.
Ambas intervenciones discuten en torno a la figura del intelectual y
de lo que significa hacer ciencia y de lo que supone actuar en política.
Verón afirma que “el problema central de una teoría semiológica de la
ideología es el problema de los métodos.” Argumentando que se corre el peligro
de construir un discurso puramente especulativo sobre la ideología en general y
que la práctica de la lectura sobre los mecanismos ideológicos (entendiéndolo
en los términos postulados por Roland Barthes en el libro Mitologías) debe
permitirnos ir muchos mas lejos que el conocimiento práctico.
Schmucler desde Comunicación y Cultura le va a responder que
“nosotros pretendemos encontrar justificaciones exteriores a la investigación
misma, en la realidad sociopolítica y establecer objetivos de acuerdo a las
necesidades surgidas desde un proyecto general de transformación de la
realidad”. Schmucler cuestiona la postura de Verón acerca de que la práctica
científica es la única condición de verdad y su marginación de la política es
condición para ser procesos de conocimiento. Para él “la práctica política es
condición de verdad para las ciencias sociales”. Esta respuesta de Schmucler
quiere decir que tanto el origen de la investigación como su justificación se
encuentran afuera, en la realidad social y política, es en este terreno donde
se prueba el sentido y la verdad científica. Desde esta perspectiva Comunicación
y Cultura señala que el problema del método se justifica políticamente y no
por una teoría.
Pasaron 30 años de los debates planteados y podemos verificar como en
el plan de estudios de la carrera hay tres materias que están vinculadas a la
disciplina semiótica. Primero, “Semiología” que se encuentra dentro de las
materias obligatorias de cursada del CBC (Ciclo Básico Común) de carácter
cuatrimestral. Segundo, dentro de la carrera misma, se encuentra “Semiótica 1” de carácter anual, con dos cátedras
paralelas y también su correlativa “Semiótica 2” con dos cátedras diferentes. Silvia
Grinberg y Esther Levy indican que“definir los contenidos a enseñar supone
resaltar, prestar atención, jerarquizar y, al mismo tiempo, excluir y
desatender ciertas practicas culturales”.
Tomando el planteo de que “el currículum tiende a recoger los saberes
y conocimientos que cuentan con legitimación social” Terigui (1999; p.68). Esto hace referencia a la fuerte influencia
de la teoría estructuralista en nuestra academia. Continuando con la reflexión también, es
importante vincularlo con lo que plantean Sanjurjo y Vera cuando hablan sobre
“las razones que condujeron a su gestación, el momento en que se produjo, el
interjuego de factores condicionantes del momento, los actores, las
discusiones, las negociaciones que fueron necesarias, las presiones, las
resistencias, no están presentes en el documento, pero sí en la realidad del
currículo”. Esto se articula con el contexto sociopolítico en el que se
sucedieron los debates de las revistas. En donde además de establecerse los
lineamientos de lucha política también se constituyeron los puntos cardinales
para la investigación. No obstante se tuvieron en cuenta para conformación del
plan de estudios. Es así como “la educación es un punto sensible y
neurálgico del tejido social; por tanto, los diversos sujetos y sectores que se
encuentran interesados en esta y luchas por la educación, específicamente en
aquellos proyectos de su interés, sea congruente con su proyecto político” (A.
de Alba, 1986, p.17).
Por otro
lado, podemos decir que en el plan de estudio, la carrera no se ha hecho cargo
institucionalmente del avance exitoso de la
Antropología
dentro del campo de la comunicación como son las investigaciones en cuanto a
consumos culturales o tribus urbanas, entre otras cosas. Ya que en la curricula
hay una sola cátedra dedicada a la
Antropología ,
de cursada cuatrimestral y única cátedra. Esto se explicaría cuando retomamos
el planteo de Margarita Poggi en donde indica que “una disciplina supone la
organización y delimitación de un “territorio” de trabajo, con un objeto de
estudio, un marco teórico conceptual y unos procedimientos y métodos
específico”.
Conclusión
Por esto
último podemos deducir que en el plan de estudios de la carrera la propuesta de
la revista Lenguajes tuvo un rol fuertemente activo en dicha gestación y
en la determinación de una metodología específica. Ya que como hemos visto los
mismos que han sido sus editores, luego fueron fundadores de la carrera o
tuvieron participación en diversas cátedras de la carrera como titulares. Ello
involucra la puja social por la definición de la cultura valida, por la
definición de aquello que será considerado cultura en una sociedad determinada.
Siguiendo con
la reflexión “Los elementos culturales que se incorporan en un currículo son
aquellos que han sido estimados como valiosos por los grupos dominantes de una
sociedad” Sanjurjo y Vera (1997; p.103). Como punto de contacto, podemos establecer
una coincidencia determinante de la formación académica de los cuatro autores
de ambas revistas que es la Semiología.
Para
finalizar podemos decir retomando los anteriores conceptos, que el currículum
no es tan solo un conjunto de conocimientos organizados en materias o
asignaturas que el alumno deberá promover dentro de un nivel, modalidad o ciclo
de enseñanza, en tanto un aspecto técnico y metodológico. Sino que al mismo
tiempo debe ser percibido en cuanto a las condiciones sociales, culturales y políticas
en las que se constituyó, como aspectos teóricos
y su correlato práctico que serían
las practicas que genera la puesta en marcha del currículo, los códigos
pedagógicos y acciones mediante las cuales se expresan contenidos, tales como
relaciones sociales, sentimientos, entre otros.
Todo esto nos ayuda a mirar al curriculum como una propuesta político- pedagógica porque ésta se articula con
proyectos políticos y sociales que son sostenidos por diversos grupos que
impulsan y determinan al curriculum. En cada momento histórico el proyecto político- pedagógico ha intentado
responder a las exigencias de los proyectos políticos y sociales sostenidos por
diversos grupos de poder.
Bibliografía
- Comunicación
y Cultura, (1973) “Editorial”,Santiago de Chile, Revista Comunicación y
Cultura N°1, Santiago de Chile.
- Grinberg,
Silvia y Levy, Esther, (2009) Pedagogía, currículo y subjetividad: entre
pasado y futuro, Ed. Universidad Nacional de Quilmes, Bernal.
- Lenguajes,
(1974) “Presentación: medio masivo y política cultural. Teorías.
Estrategias. Tácticas, Revista Lenguajes N°1, Buenos Aires.
- Schmucler,
Héctor, (1975), “La investigación sobre comunicación masiva”, Comunicación
y Cultura N°4, Rosario.
- Sanjurjo
y Vera, (1997), “Aprendizaje significativo y enseñanza en los niveles
medio y superior”, Ed. Homo Sapiens, Rosario.
- Poggi,
Margarita, (2003) “La problemática del conocimiento en la escuela
secundaria, Ed. Altamira, Buenos Aires.
- Verón,
Eliseo, (1974) Acerca de la producción social del conocimiento: El
estructuralismo y la semiología en Argentina y Chile, Revista Lenguajes
N°1, Buenos Aires.
- Terigi,
Flavia, (1999) Currículo, itinerarios para aprehender un territorio, Ed.
Santillana, Buenos Aires.
[1] El concepto de campo
en el sentido que lo plantea Bourdieu que habla “de espacio estructurado de
posiciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen su posición en dichos
espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de
sus ocupantes (en parte determinados por ellas). La estructura del campo es un
estado de fuerza entre los agentes o las instituciones que interviene en dicha
lucha
[2] El concepto de intelectual
orgánico es tomado del pensamiento de Antonio Gramsci en donde éste
desarrolla el concepto como el trabajo del intelectual vinculado a la justificación ideológica de la
superestructura político-ideológica existente, en beneficio del predominio
social de la clases dominantes; bien su crítica y reflexión tiene que ver con
un trabajo intelectual que esclarezca a las clases dominadas.
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